Al cotejar entre sí los dogmas revelados, habían de fijarse los fieles, en primer lugar, en los de la Trinidad y Encarnación, y desde el principio profesaban: que no hay más que un solo Dios, Creador del mundo, y que Cristo es Dios. La primera verdad separaba a los judíos de los gentiles; la segunda separaba a los cristianos de los judíos. Ambas verdades se habían de conciliar entre sí distinguiendo en Dios la Unidad y la Trinidad, la cual se expresaba ya bastante claro en la fórmula del bautismo. Hasta el siglo II no se aplicó a estos problemas la reflexión científica, dando por ventura ocasión el politeísmo disimulado que en el Gnosticismo encerraba. Algunos tropezaron en la aparente contradicción del Misterio y se dejaron inducir a error, y, adoptando como lema Monarchiam tenemus, negaron la distinción real de las Personas divinas, por temor de incurrir en politeísmo. -Partiendo de este falso supuesto se había de apelar, respecto de Cristo, 
a) o a negar que fuera verdadero Dios, 
b) o a identificarlo con la Persona del Padre. Los monarquianos dinamistas veían en Cristo una virtud de Dios superior a la de los anteriores enviados (Ebionitas). Los otros eran modalistas, distinguiendo al Creador del Redentor sólo como modalidades diversas de una misma Persona divina, la cual, en cuanto crea es Padre y en cuanto se encarna es Hijo. Así, pues, el Dios que padeció por nosotros es el mismo Padre (Patripasianos). El libio Sabelio extendió esta concepción al Espíritu Santo. Estos errores nacieron en el Asia Menor y se extendieron desde allí a Italia y a África, y fueron principalmente rebatidos en Roma y en Alejandría.
1) Los monarquianos dinamistas o antitrinitarios, convenían con los Ebionitas, en afirmar que Cristo es puro hombre. 
Los hallamos en el Asia menor desde 180 y los principales fueron: 
a) Teodoto Coriario de Bizancio, que negó a Cristo en la persecución de Marco Aurelio y luego sostuvo que era un puro hombre nacido de una virgen. Llevó su error a Roma, de donde fue desterrado por el Papa Victor (189-199) 
b) Su Discípulo Teodoto el cambista mezcló esta herejía con gnosticismo, diciendo haber sido Cristo una aparición del eón Melquisedec, por lo cual sus discípulos se llamaron Melquisedecianos. Ayudado por su condiscípulo Asclepiodoto logró por breve tiempo engañar al confesor Natal (siendo Papa Ceferino, 199-217) y hacerle obispo de la secta. Se acusa a estos sectarios de falsificar las Escrituras y trastornar las verdades de la fe por medio de silogismos y procedimientos de la Filosofía pagana. Artemón o Artemas aparece más adelante en Roma como principal representante de la secta, la cual halló finalmente su más nombrado defensor. c) en el obispo de Antioquía Pablo de Samosata. Según él, vivía en Cristo-hombre el Verbo de Dios como fuerza impersonal. El carácter del heresiarca motivó tres sínodos de obispos asiáticos (entre ellos Firmiliano de Cesárea) celebrados en Antioquía, en el tercero de los cuales (269) fue convencido en una disputa por el presbítero antioqueno Malquión y luego depuesto. Con todo logró sostenerse en su sede como funcionario de la reina Zenobia de Palmira, amiga de los judíos, hasta que en 272 el Emperador Aureliano le arrojó de la ciudad después de tomarla. Los miembros del último sínodo hablan muy desfavorablemente del carácter y forma de vida de aquel hombre.
2) Los Patripasianos, llamados también Noetianos y Sabelianos, fueron: 
a) Noeto de Esmirna, excomulgado en 170 por su doctrina. 
b) Praxeas, el primero que llevó este error a Roma, enseñaba que Dios Padre se había encarnado en el seno de la Virgen y había padecido. Admitido primero en Roma como enemigo de los Montanistas, hubo de retractarse luego, y se dirigió a Cartago donde fue rebatido por Tertuliano. Epigono, discipulo de Noeto, halló asimismo aceptación como enemigo de Montano, y formó un partido a cuya cabeza estuvieron Cleomenes y Sabelio. Su principal adversario fue el Autor de los Philosophumena (Hipólito), y el Papa Calisto (218-222) los excomulgó. Lo mismo este Papa que Ceferino afirmaron la unidad substancial del Padre y del Hijo; pero Hipólito, por haberlos entendido mal, los acusó de Sabelianismo y a su vez fue acusado de dualismo (Ditheismo). Sabelio fue de Libia a Roma en tiempo del Papa Ceferino, pero excomulgado por Calisto regresó a Libia, donde hizo prosélitos. Enseñaba que Dios es una unidad, sin distinción alguna, pero se manifiesta bajo tres aspectos o semblantes: en la creación como Padre; en la redención, como Hijo, y en la beatificación como Espíritu Santo; pero terminado el fin de la revelación, cada semblante vuelve a la Monás por systole. Los sabelianos fueron resueltamente combatidos por Dionisio de Alejandría (248-265), el cual se vio en situación difícil por haber llamado al Hijo de Dios Hechura de dios, afirmando “que no era antes de que fuera hecho” y se distinguía del Padre en la esencia, como la nave y el piloto. Acusado de herejía ante el Papa Dionisio, retiró aquellas frases. 
d) Berilio, obispo de Bostra, incurrió también en error. Pero convencido por Orígenes en un sínodo de Bostra, se retractó. Creía que, en Cristo, la Divinidad reemplazaba al alma humana, con lo cual fue precursor del Apolinarismo.


Fuente: Compendio de Historia de la Iglesia - Autor: Revmo. Sac. Dr. J. Marx, Prof. en el Seminario de Tréveris
IMPRIMATUR: Barcelona, 9 de Julio de 1926 - NIHIL OBSTAT: El Censor, Ramón Llobedola, S. J.


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